Detrás de los cantes...

Intentando sobrevivir a esto de opositar, compartiendo este arduo camino salpicado de anécdotas, experiencias y buen humor, para evitar perder la cabeza, ¿te apuntas?

AVISO: Queda prohibida cualquier tipo de reproducción total o parcial de cualquiera de los posts de este blog. Gracias por respetar el trabajo de los demás.



viernes, 27 de febrero de 2015

Momentos cómicos de opositar

Hoy toca un a dosis de reírnos de nosotros mismos, porque ¿qué opositor no ha estado en alguna de estas situaciones alguna vez?

El tema perdido. Y donde dice "tema" podemos poner lápiz, gafas, código... ¿No os ha pasado nunca el perder un rato buscando algo que tenéis encima de la mesa, a plena vista? Creo que es algo que pasa a todo mortal, pero personalmente desde que oposito, se ha vuelto más cómico: he llegado a buscar desesperada el portaminas mientras lo tenía en la mano. Además, siempre tiende a perderse algo que necesitas con relativa urgencia, en plan la actualización correspondiente al tema que te toca, y solo esa actualización. Cuenta la leyenda que todo lo que perdemos durante la oposición aparece al aprobar en la lavadora, junto a las parejas de los calcetines que nunca volvieron de allí.

Además, los días de la semana han dejado de tener nombre. Bueno, el domingo y el lunes sí porque nos encanta odiarlos. Pero los demás días son: día de pre-cante/academia, día de cante/academia, día de post-cante/academia-que-no-cunde-un-pepino y el grandioso, maravilloso y breve día libre.

Los días que más cosas tienes que hacer, duran 4 horas menos. Bueeeeno, vaaaale, a lo mejor, y solo a lo mejor lo que ha pasado es que esas 4 horas las perdemos entre ir al baño 18 veces, limpiar el polvo porque ese día no podemos aguantar el desorden a nuestro alrededor y prepararte una merienda sana, horneando tú mismo el pan y preparando mermelada natural... para acompañar la nutella.

Uno de los peores momento: la "pesadilla" de rellenar la instancia. Hay que comprobar los datos que hemos puesto 315 veces. Y aún así, al dar al botón de "imprimir", siempre ves que has puesto el código postal mal, no has marcado la casilla de "turno libre" o te has comido un acento y temes no aparecer en la lista de admitidos. Y, por si acaso, después de 5 impresiones, repasas obsesivamente lo que has puesto hasta que el funcionario del registro te arranca los papeles de la mano. 

No os quiero ni contar lo que sufrí personalmente rellenando mi primera instancia de secretarios judiciales el año pasado, que había que hacerlo aún a mano, e incluía un "modelo de caracteres" para que hiciese bien las letras, los números... y hasta las comas y los guiones (y sin exagerar, adjunto la prueba). 


Derivado de esto viene el abrir las listas provisionales de admitidos con miedo de no estar: "¿firmé la instancia, se habrá perdido, valdrá el pago que hice?". Además, da igual que en las provisionales estés; en las definitivas vas a volver a buscarte con el mismo terror metido en el cuerpo.

Y llega el día del examen, copias tus datos personales del DNI, por si acaso. Vale, tu nombre y apellidos es un poco exagerado, pero me consta no ser la única que copia el número de DNI por si se me va la cabeza entre los nervios y la concentración. Equivale a cuando íbamos al instituto y en los exámenes de matemáticas sumábamos hasta 2+2 con la calculadora por si acaso.

Seguro que si nos ponemos a pensar, hay más momentos por el estilo en que los opositores parece que hemos perdido la cabeza. Pero ya sabéis eso que dicen en "Alicia en el País de las Maravillas" de "estás loco, pero te contaré un secreto: las mejores personas lo están" ;)


viernes, 20 de febrero de 2015

A los que conviven con opositores

A los que convivís con nosotros, los opositores:

No es fácil convivir conmigo, lo sé. Me he vuelto gruñona y quisquillosa, muchas veces hasta un punto exagerado, en todo lo que son mis horarios y demás rutinas. Encima, pocas veces, o ninguna, estoy para echar una mano en casa y si lo hago, suele ser bufando y con mala cara. A veces olvido valorar todo lo que hacéis por mí; doy por hecho que tenéis que estar, y eso no es así.

También vosotros tenéis vuestros fallos, que conste. A veces no os dais cuenta de que gritáis en la puerta de mi habitación o de que me interrumpís por nimiedades. En algunos momentos, os olvidáis de que estudiar también es una actividad que cansa y que es mi deber primordial. Como casi siempre estoy por casa, pagáis vuestros malos días conmigo o ponéis mucho peso sobre mis hombros solo porque yo no tengo que ir a trabajar cada día.

Todos tenemos que arrimar el hombro en esto, un pequeño contrato entre nosotros:
- Necesito que respetéis mis horas de estudio.
- No me llaméis o interrumpáis al menos que sea algo estrictamente necesario.
- Por mi parte, después de cerrar los libros, dedicaré más tiempo a ayudar en casa.
- También guardaré tiempo libre para pasarlo con vosotros, que no todo son obligaciones domésticas, laborales ni de estudio.
- Intentaré quejarme menos, pero intentadlo vosotros también.
- Voy a valorar más lo que hacéis por mí, especialmente que me aguantéis cuando me puede la ansiedad y los pequeños favores que me brindáis para que no tenga que perder tiempo en ellos, como prepararme la comida o ir a la papelería si necesito algo. 

Gracias por estar ahí, incluso cuando no me soporto ni yo, porque vuestra ayuda es impagable. Sin vosotros, es más que probable que esto no fuera ni posible. Y poniendo nuestro granito de arena, la oposición será menos dura para todos. Y cuando todo esto acabe, os recompensaré, lo prometo ;) 

AVISO: Queda prohibida cualquier tipo de reproducción total o parcial de cualquiera de los posts de este blog, bajo pena de procedimiento penal.
Gracias por respetar el trabajo de los demás.